
Día de
otoño.
No hay otro sol que el pecho
del petirrojo.
No hay otro sol que el pecho
del petirrojo.
Algo se
mueve
a mi lado en
el bosque
si me
detengo.
Entre la
escarcha
una flor
amarilla
resplandeciente.
Gotas de
lluvia
golpeando la
cabaña.
Yo dentro
solo.
Senda
otoñal.
Suena mansa
la lluvia
sobre mi
capa.
Según me
cuentan
nieva sobre
mi aldea.
No estoy
allí.
Del canalón
van cayendo
recuerdos.
Voy para
viejo.
Musgo en la
fuente.
Con el agua
se alejan
pétalos
blancos.
Súbita
lluvia.
El perro del
vecino
entra en mi
casa.
En la
ventana
siempre el
mismo paisaje.
Aunque no
siempre.
En el nogal
se ha posado
la luz
igual que un
pájaro.
El viento
helado.
Sobre una
rama el pájaro
cierra los
ojos.
Luz de verano.
Empapando su brocha
en el trigal.
Empapando su brocha
en el trigal.
Tras la
nevada
el silencio
regresa
con su voz
nueva.
Montañas al
alba.
No se pueden
contar
tantos
azules.