Sintonizo de inmediato con los que sienten la literatura como una enfermedad, como un vicio, y lejos de demostrarla como un mérito, la soportan como una pequeña fisura. No se celebra una peste, no se enorgullece una llaga, no se inaugura una tos.
Desconfio un poco de los que sienten la literatura como algo suyo, desconfio en que la utilicen, orgullosos, como un medio para algo más. No existe ese "suyo", no existe ese "algo más". Sólo existe el malestar, el desgarro, la impotencia del choque de la ola turquesa de la imaginación, contra la masa tosca y gris de la arena de la realidad.
El que escribe está condenado a desplazarse descalzo por la fisura, por los dolores del nómada, por los desvelos de la presa. Convaleciente del mundo, ni real ni imaginado, segrega algo que no sabe y en lo que no cree, algo que no genera ninguna ganancia y protección. El que escribe es sacerdote y sacrificio al mismo tiempo. Entonces ¿Que le pide el escritor a sus dioses mudos? Pide que lo liberen del pedir...
"Todos los días necesito escribir, al menos, una línea en mi contra" escribe Kafka.
Hoy toda escritura esta en nuestra contra, no pide, no recibe, solo avanza hacia adentro, hacia la inminente destrucción de su autor...
Casi siempre los que hoy escriben libros, y es más fácil hacerlos que escribirlos, (incluso ya los están haciendo antes de escribirlos) lo hacen como una coartada , una coartada para ocultar una vida miserable, poco exitosa, pequeña. Una vez impreso el libro (lleno también de cosas miserables pero inmunizadas por la caricatura) han encontrado un sitial, un valor, una felicitación , en el corazón del amigo, en la falda de la novia, en la comprensión de la familia. Su verdadero "yo" se oculta en un sitial perfectamente confeccionado a la medida del cariño.
La literatura de la coartada no me gusta, cada día me gusta mas quien no busca un sitio, sino simplemente pinta su vida, así sin coartadas. Es un tipo de literatura escasa, montaignana, "hambrienta de exteriorizarse", indiferente del medio con que lo haga... Los deseos de sumar al mosaico de su época son mucho más vitales que una consideración , un aplauso, un halago y todas esas musas famélicas que la mayoría de los artistas usan para comenzar a mover su culo... No hay palabras más tristes, sobre todo si uno ha pasado la mañana haciendo trámites, que "gestión cultural": gestionar, capitalizar, organizar y todo esa nomenclatura burócrata debe ser desterrada y estar en riña constante con nuestro caos hermoso...
Álvaro Campos
La paloma de la realidad, de Álvaro Campos
La memoria se está gastando, las billeteras no pueden ocultarse más. Sólo queda algo único, antes de que el mundo se desmorone: el encuentro constante e inagotable con la paloma de la realidad...
Seis micros de Carlos de la Fé
A veces somos el último refugio sobre el que un ser anodino es capaz de aplicar un toque extravagante, chic o sofisticado a su triste y aburrida vida.
Juan Yanes: Mujer con maleta y otros micros
¡Ven y amémonos y olvidemos la crítica literaria, olvidemos a los exégetas y a sus epígonos y seamos felices! ¿Me oyes, Caperucita? Deberías decirme algo. Te estoy hablando muy en serio.
Pérez Antolín: El predominio de la sintaxis
Subió el volumen porque el ruido de las ametralladoras no le dejaba oír la emisión y en ese preciso momento salía su calle. Cuando le dispararon pudo ver por la televisión su propia muerte.