La paloma de la realidad, de Álvaro Campos


Revolviendo en un antiguo cajón encuentra por casualidad su antigua billetera; dentro de ella, el envoltorio de una bolsita de papel de té que recuerda claramente que tomó con ella. 

La escena es catastrófica: sabe en el instante mismo de encontrar esa pequeña bolsita que toda la simbología que surgirá de ello le destrozará de inmediato. Entonces, hace lo de siempre: se imagina que esa no es su vida, que esa escena pertenece a una película cualquiera, no, no puede ser cualquiera, no es fácil engañarse a si mismo, la escena pertenece a una película de Wayne Wang ... Ya protegido en la ficción, empieza a recordar el momento del té, las risas que pasan a carcajadas, las conversaciones hermosas, los silencios majestuosos del amor... 


Piensa en la bolsita de ella, que prometió también guardar, pero es realista, sabe que ella, probablemente casada y con hijos, no puede permitirse el lujo de guardar una cosa así. Los departamentos hoy son chicos, los closet aún mas, y no hay mucho espacio para atesorar nostalgia de forma segura, no son posibles hoy los secretos en departamentos de 700 UF. Así que lo más probable, piensa él, es que ella se haya deshecho de lo que él llama “un momento perfecto de té”. En la bolsa se puede leer la marca Whittard, un té medianamente refinado, creado en Chelsea en 1886, muy rico en su momento (cuando lo tomó con ella), aunque parezca imposible aún conservar la memoria de su sabor, y a pesar de que digan que sólo el olfato mantiene el recuerdo, él cree ciegamente en su paladar, aún puede saborear ese té.  

En la descripción que en la red se lee de la tienda Whittard del alto Las Condes dice lo siguiente: “Nuestra tienda apela a los sentidos y a la imaginación. Además, se ha puesto especial atención al diseño de empaques y no faltan los productos que dejan escapar una sonrisa por su originalidad”...   Curiosamente, justo en los momentos en que él hace este recuento, se toma un té club, el más barato, el té de las almas solitarias, un té producido para no recordar nada, un té que no se preocupa por las sonrisas, sino de que simplemente el obrero se vaya bien alimentado a su obra. ”El té es beneficioso tan sólo por la mañana. Poco, pero muy cargado; el té es muy perjudicial y estropea el día”, lee él en el libro Ecce homo de Nietzsche, y no puede encontrarle más razón. Su día se ve estropeado de principio a fin por un té. Pero recordemos que, por suerte, no es su vida, sino que él ha imaginado que se trata de una escena de una película de Wayne Wang, y eso lo devuelve a la esperanza salvadora de la ficción. 

Ya llegando al trabajo, a la salida del metro, se produce un hecho sorprendente, extraño: una paloma choca a toda velocidad contra su mano. El hecho es muy raro, ya que las palomas, por muy poco el espacio que tengan, saben sortear a los peatones de forma magistral, aún mas a la salida del metro, donde había un espacio considerable de maniobra. Así y todo, la paloma golpea con fuerza el ala contra su mano. Él no puede dejar de analizar, esboza una pequeña sonrisa, piensa de inmediato a qué escena de película corresponde esto, pero no encuentra ninguna: para él té fue fácil, para la paloma no. Debe quedarse con la vida real, cosa que no domina totalmente. El momento en que un ala de paloma chocó contra su mano, si lo piensa bien, es un momento genuino, no como “el momento perfecto del té” que casi le arruina el día y sólo es una ficción cinematográfica, un momento que solo se podrá vivir en la realidad y que ninguna billetera podrá guardar, piensa él. 

Es algo nuevo que debe acostumbrarse desde ahora a vivir: la memoria se está gastando, las billeteras no pueden ocultarse más. Sólo queda algo único, antes de que el mundo se desmorone: el encuentro constante e inagotable con la paloma de la realidad...


ÁLVARO CAMPOS

(Santiago de Chile, 1977) es un escritor compulsivo, extraordinariamente capacitado para enhebrar las percepciones de la realidad más inmediata con la reflexión personal y las referencias culturales y literarias, en una simbiosis natural, para nada impostada, que hoy en día se ve muy pocas veces. Inédito hasta ahora en papel, voluntariamente abocado a la publicación automática en las redes sociales, acaba de ver la luz Escribir a la carrera (Libros al Albur, Sevilla, 2015), un extracto de su oceánico diario de impresiones, en el cual se plasma esa concepción de la literatura como un acto reflejo que mana del espíritu del autor sin tener que convocarlo.






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