Tres micros de Alberto Sánchez Arguello


LOS INCONVENIENTES DE SER DIOS

Una vez más lo vuelvo a intentar. Tomo una pistola y la disparo pegada a mi sien, sólo para darme cuenta que la explosión lanza las partículas del universo a una nueva expansión que dura trece mil millones de años, un movimiento que termina por formar estrellas que danzan en espiral creando planetas y uno en particular que da origen a esos seres fastidiosos que me inventan desde su temor, para luego sofocarme con sus rezos diarios y sus vidas absurdas. Así que una vez más lo vuelvo a intentar…



EL JARDÍN

Mildred llevaba meses insistiendo en pagar a alguien para cortar el monte del jardín. Yo le replicaba que esos tipos cobran por hacer nada, que yo podía hacerlo gratis. Claro que tenía que ser un día en que amanezca bien del reuma, no haga frío y la liga no esté jugando.

Hoy se juntaron esas condiciones, así que me fui machete en mano hacia la espesura densa de matas y flores. Tardé una hora en abrirme paso entre enredaderas y helechos híper desarrollados, hasta que llegué a un claro ocupado por un castillo de piedra.

Mientras me decidía entre darle la razón a mi esposa y tratar de podar semejante desastre, una horda de enanos salió del monte y empezaron a asediar la fortaleza con onagros y catapultas. Desde las almenas hombres en armaduras respondieron con ballestas. Uno de ellos me miró y empezó a gritar a todo pulmón algo sobre excalibur y el infierno se desencadenó.

A como pude salí corriendo del lugar, perseguido por arañas gigantes y dragones escupe fuego que salieron quien sabe de dónde y detrás de ellos, hombres y enanos entonando cánticos de guerra.

Cuando llegué al borde del jardín les lancé el machete y todos se abalanzaron sobre él, armando una masacre que me heló la sangre en las venas.

Ya en casa le dije a Mildred que mañana mismo contrataría un jardinero. Ella sonrió complacida y me dio una palmadita en el hombro.



EL REGRESO DE CAPERUCITA

Caperucita se despidió de la abuela, apretó fuerte la canasta de comida y el fajo de dólares bajo su falda y se fue.

Pasó un río amarrada a un neumático. Casi se mata al caerse del techo de un tren en movimiento.  Recorrió un desierto a través de infinitos túneles de tuberías oxidadas y malolientes. Se escondió ocho horas dentro de un camión lleno de caperucitas y finalmente terminó apresada y encarcelada en una frontera.

Ya de vuelta en el bosque -después de un dilatado proceso de deportación- la abuelita llamó a los padres de caperucita para pedirles que enviaran otro fajo de dólares. 

El lobo por su parte prometió contactar un mejor coyote.



Alberto Sánchez Arguello (nacido en 1976 en Managua, Nicaragua) es psicólogo. Ganador del primer concurso de cuento versión juvenil de la Fundación Libros para niños en 2003 con “La casa del agua”. Primer lugar en el VII concurso nacional “Otra relación de género es posible”, en la categoría de cuento, de Cantera, Nicaragua. Selección de jurado para publicación en 2008 por la obra “Chico largo y charco verde” en el cuarto concurso nacional de literatura infantil Libros para niños y niñas (2008), en la categoría de cuento. Publicación de selección de microrrelatos en la revista literaria del Centro Nicaragüense de escritores Hilo Azul, núm. 5. Seleccionado para la antología Flores de la trinchera del fondo editorial Soma, 2012. Primer lugar categoría lengua castellana IIª Convocatoria Internacional de Nanocuento Fantástico y de Ciencia-ficción "Androides y Mutantes". Colaborador del suplemento de humor político del diario La Prensa con “El Apolítico” (2001-2003).




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