Cinco micros de Mar Horno
ANATOMÍA DEL AMOR
A Federico la vida se le metía por los ojos. Por eso los mantenía cerrados o escondidos detrás de unas gafas muy oscuras. Si no lo hacía así y miraba el mar, por ejemplo, el océano entero le entraba por la pupila, incluidos islas, barcos y sirenas, y se quedaba varios días con un intenso, aunque placentero, dolor de cabeza y algunos peces aleteando en su estómago. Cuando era joven y la curiosidad por el mundo era más fuerte que los efectos dañinos de su don, su iris no pudo negarse y absorbió con fruición a una bella joven. A pesar del susto inicial la muchacha se quedó a vivir varios meses. Fueron felices hasta que ella se fue cansando de los ruidos acuáticos de la sangre, de las corrientes de aire que entraban por la garganta y de pasear sola por los intestinos. Un día se sintió prisionera y escapó por el oído. Federico se negó a volver a sentir las dolorosas punzadas de otros zapatos de tacón en sus vísceras y se fue a comprar sus primeras gafas de sol. A pesar de todo se niega a operarse el bolso rojo que todavía conserva incrustado en el hígado.
LOCURA FAMILIAR
Sus labios perfilados se contraen para dejar escapar un silbido corto. Parece fortuito pero sabemos que después se pasará un buen rato cantando. Seguimos a lo nuestro. Papá pega una nueva pieza en su maqueta. La sirvienta enjuaga cansancio y platos en el fregadero. Mi hermana perfecciona su maledicencia con la vecina. Yo, escribo. De pronto se deja oír un trino largo, un gorjeo maravilloso, quiebros imposibles, floreos, cascabeles, y, como todas las mañanas, vemos salir a mamá volando por la ventana. Volverá al atardecer para dormir en el perchero de su alcoba. Yo quería internarla pero papá fue categórico.
—¿Acaso no quieres ser tú poeta? Déjala a ella que sea pájaro.
ALZHEIMER
Se llama Penélope. Si decide preparar café lo olvida enseguida cuando observa la textura del azúcar porque le recuerda la arena y acaba en la playa mirando el vaivén de las olas que es muy parecido al balanceo de la hamaca de nuestro patio en la que termina recostada contemplando el color del cielo por donde cruza una nube que le provoca un deseo incontenible de comer algodón dulce cuyo sabor—confío siempre— puede que le traiga a la memoria mis besos. Entonces acerco ansioso los labios pero ella vislumbra mis ojos amargos y le apetece de pronto tomar café.
IDIOSINCRASIA DE LOS MILAGROS
San Judas siempre tenía alguna velita encendida en la iglesia. También algunas flores, pocas, incluso medallitas de plata con forma de corazón. No llamaba mucho la atención porque los vecinos tenían especial cuidado de rezar también a los otros santos y ponerles ofrendas para que ningún forastero sospechara. Y es que todo el pueblo sabía, pero nadie contaba, que el Tadeo concedía aquello que se le pedía. Aunque a su manera. Si no, que se lo digan a la Puri que suplicó tener un hijo y le vinieron septillizos o a la Asunción que solicitó que su marido no bebiera más y a los pocos días el susodicho murió desecado. Los poetas eran los únicos que no pisaban el templo, temerosos de perder los imposibles con los que alimentaban sus versos. Un día, el Coronel se acercó al templo y rogó al santo. Enseguida le brotó del muñón de su brazo amputado, una enorme pinza de cangrejo. Le resultó algo incómoda y seguro que le costaría meterse las camisas pero sonrió al pensar en su utilidad para abrir el corazón de las mujeres.
FRÍO
La mujer que siempre tenía frío pasaba las noches atizando el fuego. Metía las manos en las ascuas y después se chupaba los dedos quemados que sabían a azufre. Tomaba el té con abrigo y fabricaba lámparas de cristal con su aliento. Temblaba mientras se tumbaba al sol en verano y le crecían montañas nevadas en los anillos de sus dedos. La mujer que siempre tenía frío escondía icebergs en el vientre donde se hundían barcos llenos de hijos muertos. Pero lo que más frío le infundió fue el cañón en la boca. Sin embargo, la bala anidó deliciosamente cálida.
Mar Horno nació en Torredonjimeno (Jáen, España) en 1970. Documentalista audiovisual en la Radio Televisión de Andalucía, ha ganado diversos certámenes de microrrelatos como La Microbiblioteca, "Trabajar en Información y Documentación" de la Universidad de Salamanca; ¿Dónde lees tú? de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, Casa de África, “Relatos de viajes” 2013 de la Cadena Ser o el Certamen de Relato Corto Villa de Sabiote. Sus textos aparecen publicados en diversas antologías de microrrelatos y gestiona un blog que se llama “Maremotos”. Publicó en 2013 su primer libro de microrrelatos titulado "Precipicios habitados" con la editorial madrileña Talentura, un conjunto de textos donde se mezclan las historias de personajes en situaciones límites y asfixiantes con otras de corte fantástico y de realismo mágico.