Once micros de Sandro W. Centurión



Los ratones siguieron al flautista hasta el borde del precipicio; luego, le obligaron a saltar.


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—Adán, estoy embarazada. 
—¿Estás segura, Eva? ¿Es mío?


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La viste y enseguida supiste que matarías por ella. Te miró, y de inmediato supo que podría hacerte matar a quien quisiera.


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La primavera tenía su reina. Semidesnuda y con una corona de rosas la llevaron hasta un sitial elevado, donde finalmente la crucificarían.


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Flora y Fauna se aman, aunque el mundo no comprenda la naturaleza de su amor.


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Suele pasar conejo que a veces conejo el truco conejo se sale de control conejo y entonces conejo aparecen conejos por todas partes conejo.


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Gregor Samsa despertó convertido en un monstruoso insecto, uno espacial, con antenas de rayos y súperarmadura.


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Nuestros pies tenían por costumbre encontrarse al borde del precipicio de la cama antes de saltar.


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Vienen retruchos los corazones de fantasía —reflexiona el Hada Protectora, mientras ayuda a retirar el cadáver del pobre Pinocho.


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Se arroja al vacío. Mientras cae piensa en tomates, rojos, suaves, dulces, y en lo caro que los vende el chino. Se estrella, y se hace puré.


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Cuando Cenicienta despertó, se encontró convertida en una calabaza. A su lado dormía el hada madrina, completamente desnuda y ebria.


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—Soy un lobizón, me convierto en lobo los viernes de luna llena —le confesó, angustiado, a su pequeño hijo. 
—¡Ah! como Ben 10 ¡Genial! —le respondió.



Sandro W. Centurión (1975) reside en Formosa, Argentina. Ha publicado, entre otros, Rinocerontes bajo la mesa, Valeria y los espejos y Doble Filo. Sus textos han sido incluidos en numerosas antologías nacionales e internacionales. Escribe habitualmente en su blog: www.leadespacio.blogspot.com.ar



 El Aforista