Seis micros de Esther Andradi



MALAS COMPAÑÍAS

No es verdad que el universo se está expandiendo. 
Es que se aleja de nosotros, que es otra cosa.



LA HUIDA

Al principio era Cronos, y no había fin, porque para evitarlo se devoraba su descendencia con salsa agridulce. 
Pero un día -siempre hay uno-, se le escabulló una de las crías y se acabó lo que se daba. 
Desde entonces hay tiempo, y el tiempo se come las horas, los días, los sueños de la gente que añora, sin más, la eternidad. 
Hacer, hacer como consuelo, mirar por el horizonte hacia abajo, como todo lo que nace, muere, porque hay futuro. 
Bravo. Peor el remedio que la enfermedad. 



ELEMENTAL, WATSON

‒ ¿Té? 
Cuando la mucama entró, el escritor daba los últimos retoques a la historia.
‒ ¿Té? ‒escribía. 
Luisa, la protagonista, preguntaba. 
‒ Sí... acércate... querida... ‒rogaba su amado, y cuando ella estuvo a tiro, le asestó una puñalada. 
‒ ¿Tú...  también...? ‒balbuceó la bella Luisa antes de expirar.
Detrás de los hombros del autor, la mucama, perpleja, leía el desenlace. 
‒ ¿...una tacita más? ‒insistió entonces, y dejó caer una pastilla en la tetera. 
‒ Gracias ‒dijo él. Y bebió. 
‒ ¡Vos también....! ‒le reprochó todavía la criada, mientras él, inerte, se desplomaba. 
Luego, se sentó en su lugar, y comenzó a reescribir la historia.



METAMORFOSIS  

Ahora soy una hierba doméstica. Pero supe ser salvaje. 
Orgías fueron aquellas: no te puedo explicar la de bichos que entonces se balancearon entre mis lianas. 
Nada que ver con el perejil en que me he convertido.


VINO

Mi cara se parece cada vez más a una pasa. Las arrugas me visten la sonrisa de lomo de tortuga, el llanto de crisálida, la seriedad de pasa nomás. Por eso bebo tanto. Para macerarme en alcohol y así poder tragarme. Lástima que no puedo sobornar al espejo.
Pero quizá termine disolviéndome en saliva, acogiéndome al privilegio de las hostias.




AGUA VA

En el mar del vientre, todos somos viajeros y migrantes. Del útero al mundo, del mundo a la tierra, vamos pasando las estaciones de elemento en elemento. Del agua al aire, del aire al fuego, de ahí a la tierra y viceversa. Así infinitamente. Desterrados, desuterados, con la nostalgia de un mar que nos contuvo en la cuna, vamos por el mundo añorando raíces. Pero el agua no tiene donde aferrarse: hay que dejarse llevar con su devaneo.



Esther Andradi, escritora argentina, reside en Berlín y Buenos Aires. Ha publicado testimonio, cuento, microficción, poesía y novela. Sus ensayos literarios circulan en diferentes medios culturales de América, España y Alemania. Ha sido traducida a varias lenguas, y recientemente al islandés. Es autora de las novelas Tanta Vida, Sobre Vivientes y Berlín es un cuento.



 Libros al Albur