Cinco micros de Ángel Fabregat Morera
EL TERRORISTA
Un terrorista, después de un período ausente, pasa unos días en familia y ayuda en los deberes de Geografía a su hijo de diez años. De pronto, el globo terráqueo que exploran deja de girar. El padre, en su intento de repararlo, quiebra las sujeciones de los ejes polares y la bola sale rodando. El chico se enoja y le dice:
— ¡¿Ves lo que has hecho, papá?!
— Solo quería arreglarlo, cariño —replica el padre, conciliador.
— ¡Todo lo destrozas! —le contesta el niño muy disgustado.
La madre que estaba en la cocina, al oírlos, aparece limpiándose las manos con el delantal.
— ¡Maldita sea! Siempre martirizando. Para un día que apareces...
DÍAS GRISES
Hacía pocos meses que Franco había muerto. Un día, a la salida del colegio, unos amigos y yo nos topamos de repente con una manifestación. Algunos identificamos a nuestros padres cuando eran rodeados por decenas de agentes vestidos de gris. Sin más, hubo una brutal carga policial. Al día siguiente, también a la salida del colegio, decidimos jugar a los grises. Esperamos que salieran los hijos de los policías para que hicieran de manifestantes.
LA PIANISTA
Hanna, una concertista de piano judía, amiga de Władysław Szpilman, fue apresada durante una de sus clases y confinada en el gueto que en su ciudad, Varsovia, habían creado los invasores alemanes. Unos meses más tarde fue conducida al campo de concentración de Auschwitz. Un día, una compañera de litera dibujó el teclado de un piano sobre una tabla de madera y desde entonces, cada noche, Hanna ofrecía un concierto a las otras prisioneras. Durante un tiempo lo hizo incluso con los dedos de las manos rotos: se los rompieron durante una represalia. Solían escuchar a Chopin, siempre en silencio, con los ojos cerrados.
LA SOLEDAD
Ocurrió el pasado viernes. Hacía unas horas que ya no llovía. Estaba oscuro y desierto. Bueno no, había un anciano que debía de estar calado hasta la médula. Tiraba migas de pan a las palomas. Pero no había ninguna. De nuevo, empezó a llover.
LÁZARO
Lucas fue a ver a su amigo Lázaro, agonizante enfermo de cáncer. Le abrió la puerta una de las hijas, llorando. La mujer estaba sentada en una esquina de la habitación mientras era consolada por la cuñada. El párroco, de pie a un lado de la cama, se disponía a darle la extremaunción al moribundo cuando Lucas se acercó por el otro lado de la cama y le dijo al enfermo cuando este hizo ademán de mirarlo:
—Lázaro, levántate y anda.
El capellán lo miró con cara de juez y antes de que le dijera nada Lucas le soltó:
—El domingo, durante la misa, nos dijo que Dios existía dentro de cada uno de nosotros.
Ángel Fabregat Morera nació en Belianes (Lleida) el viernes 13 de agosto de 1965. Empezó a escribir a los diecisiete años. Su escasa obra, en catalán, se centra en la poesía y el relato corto, con los que ha cosechado casi cien premios literarios. En el verano de 2012 puso en marcha un proyecto de literatura breve en castellano a través de una página en Facebook que actualmente tiene más de 18.000 seguidores. Algunos de sus microrrelatos publicados en dicho espacio forman parte de El cielo en ruinas. Tiene publicado el libro de poesía Antologia d’un onatge (Columna, 1990).