La excepción no es el dolor


Al hombre le falta imaginación; le falta imaginación para lo malo: Por ejemplo, aunque hubiera tenido el poder de crear, no habría alcanzado a idear una pulmonía o un tumor o un simple resfriado... ¿Cómo al hombre podría ocurrírsele una cosa así, cuando ni siquiera todavía, a estas alturas de la Humanidad, es capaz de averiguar los mecanismos de la mayor parte de los males que sufre, por mucho empeño que esté poniendo? Si el alma fuera tan sutil como el cuerpo habría descubierto y entendido los ardides de la enfermedad, del dolor y la vejez, y evitado la macabra burla en que la tienen… Pero, curiosamente, si el hombre no puede concebir estas refinadas estrategias del mal, sí tiene creatividad para lo bueno y lo bello, no sólo imaginando y estableciendo una sociedad organizada contra ese horror, no sólo sacrificándose para ese orden, sino creando además bondad de la nada: creando Música, por ejemplo. Tan alejado le es el horror a la configuración de su personalidad —observad aquella quinceañera y sus mariposeos—, que se puede decir que le es algo por esencia ajeno a su naturaleza. Y esto pone de relieve y explica esa irremediable tendencia a la felicidad que tiene la persona, como si fuese su condición propia, la forma natural de estar en el mundo. Así, el joven, en el que esta tendencia aún no está contaminada por la realidad del dolor, considera la salud, la belleza y la abundancia como el estado constitutivo, y hasta lógico, de las cosas. Para él, la enfermedad, la fealdad, la vejez, e incluso el trabajo, le es algo ajeno: no son más que errores de ellas. No llega a entender del todo que la excepción es precisamente la juventud y la belleza. De ahí el carácter asombroso e inadmisible del dolor cuando se le presenta; de ahí que la protesta ante lo terrible de la vida sea más desgarradoramente violenta y sincera cuanto más joven se es, porque sorprende más (yo recuerdo a una niña que estuvo un día entero llorando y gritando la pregunta de por qué se había muerto su gato). Y, en definitiva, ésta es la razón por la cual el hombre se acostumbra rápidamente a la felicidad. (Ved, si no, como un funcionario, a pesar de su venturosa seguridad ante las zozobras de la vida, acaba por tener esa cara de amargura). El dolor puede ser crónico, la felicidad nunca.


Emilio López Medina


 El Aforista


  MICROFICCIÓN

La tiranía de los espejos, de Carlos Vitale

De niño, en el barrio, se relataba la aventura de un vecino que había sobrevivido a un naufragio flotando durante una semana sobre una puerta. Desconozco quién era e incluso si la peripecia acaeció de verdad, pero no dejo de meditar en ese hombre, azul y agua, negro y agua, asido a una puerta por la que no es posible huir.

Diez micros de Ortiz Soto

Hundido en su sillón, Dios mira llover. Es el día cuarenta por la mañana, pero la oscura bruma no permite saberlo. En los escarpados picos de las montañas más altas, animales y humanos se disputan un palmo de tierra que, minutos después, yace bajo el mar. Son las agotadas aves migratorias las últimas en caer. En medio del océano anegado de muerte va el Arca con los pocos bendecidos. Aquello es todo lo que queda de su gran obra. Dios no puede más con tanto dolor y dispara…





HAIKUS


Herme G. Donis nació en Villalón de Campos (Valladolid) en 1951, aunque desde su infancia se encuentra ligada a Asturias. Ha publicado los libros de poesía Catón de infancia (Avilés, 1983), Marginalia urbana (Oviedo, 1986), El fuego desvelado (Madrid, 1987), Mientras el tiempo pasa (Mieres del Camino, 1989), Peregrinas andanzas (Gijón, 1997) y Vida y memoria (Antología 1983-2002). Actualmente reside en Madrid, donde colabora asiduamente en diversos diarios y revistas especializadas en literatura. Los haikus que publicamos han sido seleccionados por la propia autora.

Los haikus de León Molina

León Molina nació en Cuba en 1959 y llegó a España en 1966. Actualmente su vida se reparte entre la ciudad de Albacete y la aldea de Yetas, en el municipio de Nerpio, en la sierra albaceteña. Se declara a sí mismo como "un empedernido lector de poesía y apasionado observador de la naturaleza. Y suelo tener a mano papel y lápiz". Ha publicado varios libros de poesía (el último de ellos, El taller del arquero) y una recopilación de sus aforismos (titulada Mapa de ningún sitio) en la editorial sevillana La Isla de Siltolá. 




AFORISMOS


Alejandro Lanús (Buenos Aires, Argentina 1971), es un escritor y poeta creador de aforismos, autor de Umbrales. Pulsaciones de una verdad esquiva, de la que proceden los textos que aquí reproducimos. Es la suya una concepción del aforismo estrictamente poética, que se decanta por la insinuación gnómica que entronca con la tradición oriental, principalmente de ascendencia budista y zen, dejando de lado la vena moralista clásica de la escuela francesa. Incidiendo en la contradicción que implica lo creado y la necesidad de superarla mediante un salto epistemológico que trascienda la dualidad, Lanús alumbra trallazos de luz para tratar de ubicarse fuera de la tensión de lo real, e invitar al lector a acompañarle en su viaje.


Karlos Linazasoro (Tolosa, 1962) es licenciado en filología vasca y bibliotecario de profesión. Ha cultivado, en euskera, casi todos los géneros literarios: literatura infantil y juvenil, narrativa, teatro, poesía y periodismo. Aunque el grueso de su obra se ha publicado en euskera, se han sido traducidas al castellano: Depósito ilegal (Alberdania, 2006) y Itoko dira berriak. Ménsula que el cielo sostiene (Atenea, 2005). En el ámbito aforístico, ha publicado Lo que no está escrito (Eclipsados, Zaragoza, 2010). Los aforismos que presenta Microfilias proceden de su último libro, Nunca mejor dicho, recién publicado por la editorial Trea, de Gijón.




NANOENSAYO


José Luis Trullo comparte con nosotros tres notas de opinión reflexiva, o reflexión opinativa, sobre otros tantos temas de actualidad: el culto a la emoción en la cultura contemporánea, la manipulación inherente a los discursos contrarios al miedo, y la apuesta por el concepto de esmero frente a la exaltación del esfuerzo como fuente de acierto en las propias acciones.




DIETARIOS


El escritor chileno Álvaro Campos escribe: "Desconfio un poco de los que sienten la literatura como algo suyo, desconfio en que la utilicen, orgullosos, como un medio para algo más. No existe ese "suyo", no existe ese "algo más". Sólo existe el malestar, el desgarro, la impotencia del choque de la ola turquesa de la imaginación, contra la masa tosca y gris de la arena de la realidad. El que escribe está condenado a desplazarse descalzo por la fisura, por los dolores del nómada, por los desvelos de la presa. Convaleciente del mundo, ni real ni imaginado, segrega algo que no sabe y en lo que no cree, algo que no genera ninguna ganancia y protección. El que escribe es sacerdote y sacrificio al mismo tiempo. Entonces ¿Que le pide el escritor a sus dioses mudos? Pide que lo liberen del pedir..."