MICRONESIA 025

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Cuatro micros
Sergio F. S. Sixtos




Palabráfago

Era un animal literario y se alimentaba de palabras; acechaba entre matorrales y en el momento propicio saltaba sobre la víctima, destrozándola. Era un palabráfago consumado, el mejor de su tipo. Las palabras pequeñas, en un principio lo saciaban, pero a medida que crecía, el hambre también lo hacía. Buscaba frases completas, con adverbios y adjetivos incluidos; se lanzaba a la carrera y en menos de un suspiro, daba alcance a la frase y la deshacía a dentelladas.

El animal literario creció y pronto las frases, dejaron de ser las presas favoritas. Comenzó a observar los cuentos y cuando probó el primero, no pudo parar, ya no hacía distinción entre la longitud del cuento, ni el género al que pertenecía; más su presa favorita, fue siempre el cuento de fantasía. Una tarde, escuchó un sonido monumental, se acercó con cautela y ante él, se encontró con la novela. Era una bestia gigantesca, de más de mil páginas, la siguió durante días, esperando el momento adecuado para atacar: obtuvo miles de palabras por semanas y algunas heridas. Cazaba, dormía y se restablecía de las magulladuras (era su rutina). Un día, el animal literario se adentró por un sendero oscuro, siguiendo una cadencia musical que nunca antes había escuchado, eran palabras que rotaban y se transfiguraban, y el animal literario cayó cautivo de la poesía.





En el lejano oeste

El pistolero blanco se bate a duelo contra el pistolero negro, las balas cruzan el espacio y una logra impactarse contra el pecho del pistolero blanco pulverizándolo; la heroína corre y abraza el cuerpo moribundo del pistolero blanco. El pistolero negro ríe a mandíbula batiente, hace una reverencia y huye de la escena a todo galope. La palabra: Fin, aparece en la pantalla. La rechifla del público espectador es patente entre gritos y maldiciones. La turba enardecida destroza la sala de cine y hace pasto de las llamas el complejo cinematográfico... Desde ese día: productores, directores y guionistas, procuran que el bien siempre triunfe.


Kafka inédito

Buscó el manuscrito perdido de Kafka; lo encontró oculto en un armario dentro de una caja de zapatos. Lo leyó con expectación. Lo concluyó después de 4 horas, con un dejo de placer. Decidió quemarlo, atendiendo la última voluntad del autor.


Lotería

Escuchó su nombre cómo quien escucha el pregón de un vendedor ambulante. Alguien le tocó el hombro y le dijo que se dirigían a él, se volvió y susurró un gracias apenas perceptible. Se sintió mareado, su nombre seguía zumbando en el ambiente y los compañeros de oficina lo miraban con una mezcla de curiosidad, sorna y pena; él apenas lo notó. Se dirigió dando tumbos a su escritorio y tomó sus pertenencias. Al salir del edificio, había una nube de curiosos en torno a la puerta que lo señalaban, murmuraban y algunos tomaban fotos. El embajador lo esperaba, hizo una pequeña reverencia, él sonrió con timidez y el embajador asintió complacido. El embajador emitió una serie de sonidos que un intérprete capturó y tradujo. Habló de la buena disposición de las culturas, de la cooperación mutua y del sentido del deber hacia los propios congéneres. Él asintió nervioso, suda, su propio sudor lo abochorna. El embajador lo palpó con sus antenas, confirmó su identidad y dijo que él es el elegido. La gente aplaudió, algunos vítores. El embajador regresó a la cápsula que lo llevaría a la nave nodriza y él lo siguió como un cordero.


Sergio F. S. Sixtos nació en la Ciudad de México. Ingeniero metalúrgico por la Universidad Autónoma Metropolitana. Publicó su primer microrrelato en la edición mexicana de la revista Asimov Ciencia Ficción. Ganador en la categoría de Twitter del Certamen de Microrrelatos "Sant Jordi” de Ràdio Rubí, 2014 (España).




 El Aforista




Presentamos una brevísima selección de microrrelatos o minificciones, de otros tantos autores latinoamericanos, realizada por nuestra coeditora Patricia Nasello. Todos ellos son escritores de una dilatada trayectoria literaria y firmemente comprometidos con el género exiguo, por lo que de algún modo esta es una muestra de amplio espectro, muy significativa, del estado actual de la narrativa breve en Latinoamérica.


Roberto Villar: Todo tiene su luz

Todo tiene su luz para que sea posible. No sólo para que sea posible verlo, sino crearlo. La mañana, la tarde, la noche, el salón, el sofá. Todo tiempo tiene su tiempo y todo tiene su luz, su música, su clima.


Los anticuentos de Esther Roperti

Esta Cenicienta era muy lista. Cuando bajó corriendo las escaleras de palacio, no sufrió cortaduras en sus pies: sabía que las zapatillas de cristal producen heridas. Y que dejan un rastro que siguen los príncipes fetichistas.




La paloma de la realidad, de Álvaro Campos

La memoria se está gastando, las billeteras no pueden ocultarse más. Sólo queda algo único, antes de que el mundo se desmorone: el encuentro constante e inagotable con la paloma de la realidad...


Seis micros de Carlos de la Fé

A veces somos el último refugio sobre el que un ser anodino es capaz de aplicar un toque extravagante, chic o sofisticado a su triste y aburrida vida.


Juan Yanes: Mujer con maleta y otros micros

¡Ven y amémonos y olvidemos la crítica literaria, olvidemos a los exégetas y a sus epígonos y seamos felices! ¿Me oyes, Caperucita? Deberías decirme algo. Te estoy hablando muy en serio.



Libros al Albur