MICRONESIA 022

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Un silencio incómodo
Daniel D. García



Cuando el marinero regresó a puerto, los lugareños, ávidos de noticias, lo arrastraron a la taberna para escuchar sus aventuras. Al principio se mostró remiso. Quizá abrumado por el recibimiento o agotado por la travesía, necesitó un par de rondas para templar la garganta. Les habló entonces de vendavales y tempestades, de la pesca de un calamar gigante y de islas habitadas por mujeres desnudas.

No fue suficiente.

Sus paisanos llevaban esperando demasiados años, con sus días y sus noches, heladas y calores, siembras y cosechas, para complacerse ahora con episodios comunes, de modo que, un poco por salir del paso y otro poco porque el licor empezaba a hacer efecto, se inventó una guerra en oriente, un caballo de madera, la furia de un cíclope, los consejos de un adivino ciego y el irresistible canto de las sirenas.

Nadie puso en duda la veracidad de semejantes prodigios, celebrados con gritos de entusiasmo, risas destempladas y palmadas en la mesa, hasta que el viejo lobo de mar, crecido por el éxito, presumió de la incorruptible fidelidad de su esposa y de cómo había conseguido mantener a raya a los taimados pretendientes.

Se hizo un silencio incómodo.

Y poco a poco Ulises, borracho y balbuciente, se fue quedando solo en la taberna.







 El Aforista




Presentamos una brevísima selección de microrrelatos o minificciones, de otros tantos autores latinoamericanos, realizada por nuestra coeditora Patricia Nasello. Todos ellos son escritores de una dilatada trayectoria literaria y firmemente comprometidos con el género exiguo, por lo que de algún modo esta es una muestra de amplio espectro, muy significativa, del estado actual de la narrativa breve en Latinoamérica.


Roberto Villar: Todo tiene su luz

Todo tiene su luz para que sea posible. No sólo para que sea posible verlo, sino crearlo. La mañana, la tarde, la noche, el salón, el sofá. Todo tiempo tiene su tiempo y todo tiene su luz, su música, su clima.


Los anticuentos de Esther Roperti

Esta Cenicienta era muy lista. Cuando bajó corriendo las escaleras de palacio, no sufrió cortaduras en sus pies: sabía que las zapatillas de cristal producen heridas. Y que dejan un rastro que siguen los príncipes fetichistas.


Seis micros de Carlos de la Fé

A veces somos el último refugio sobre el que un ser anodino es capaz de aplicar un toque extravagante, chic o sofisticado a su triste y aburrida vida.


Juan Yanes: Mujer con maleta y otros micros

¡Ven y amémonos y olvidemos la crítica literaria, olvidemos a los exégetas y a sus epígonos y seamos felices! ¿Me oyes, Caperucita? Deberías decirme algo. Te estoy hablando muy en serio.


Pérez Antolín: El predominio de la sintaxis

Subió el volumen porque el ruido de las ametralladoras no le dejaba oír la emisión y en ese preciso momento salía su calle. Cuando le dispararon pudo ver por la televisión su propia muerte.



 Libros al Albur