El microrrelato en Latinoamérica, hoy

Presentamos una brevísima selección de brevísimos cuentos, microrrelatos o minificciones, de otros tantos autores latinoamericanos, realizada por nuestra coeditora Patricia Nasello. Todos ellos son escritores de una dilatada trayectoria literaria y firmemente comprometidos con el género exiguo, por lo que de algún modo esta es una muestra de amplio espectro, muy significativa, del estado actual de la narrativa breve en Latinoamérica. Entre ellos, incluimos el que, sin duda, puede considerarse como el micro más corto de la historia de la literatura (Retiro lo dicho). En próximos números engrosaremos la nómina sin descanso, pues es nuestro objetivo hacernos puntual eco de la vitalidad del microrrelato en todo el orbe de habla hispana, sin exclusiones.


Si todo es como parece
Fabián Vique (Argentina)

Si lo que nos alumbra es el sol de la mañana y no una ilusión óptica, si son las ocho en punto y no las seis de la tarde, si hoy es seis de mayo y no veinticuatro de noviembre, si el capitán no se despertó en un mal día y lo que acaba de ordenar  no es otra cosa que "¡fuego!", si los soldados que me apuntan no olvidaron de cargar los fusiles, si estamos en la realidad y no en otra pesadilla, si todo es como parece, éstas vendrían a ser mis últimas palabras.


Aviso de robo
Lilian Elphick (Chile)

Mi silencio ha sido robado.
La persona que lo encuentre, trátelo con cariño. No le grite, que se asusta. No lo maree con palabras inútiles.
Una vez que el silencio se haya acostumbrado, favor de clavarle el puñal bien adentro, en el centro de su total indiferencia.
Deje los restos en la calle. No faltará quien se los lleve.


Lluvia persistente 

sobre una comunidad vulnerable
Patricia Nasello (Argentina)

Azorados, lo vimos saltar, cada vez más alto, hasta que quedó prendido del cielo.


—Mirá, mami, el mar está arriba —repetía, alegre en su inocencia, la preciosa nena del 3º B.

Cuando comenzábamos a olvidar tamaña extravagancia, él decidió precipitarse en forma de goterones verdes y salados.

En las plantas de los balcones florecieron hipocampos, langostinos y medusas; y tanto de los pisos como de los muebles no se quitaba el polvo sino la arena. Un pulpo, cabeza gigantesca, tentáculos pringosos, señoreaba por los palieres; con voz ruin exigía el pago de unas expensas absurdamente costosas. El administrador del edificio, inquilino del 9º C, un flaco con más pinta de hombre de letras que de números, había desaparecido —y en estos últimos días supimos que teníamos razón al temer por su suerte—.

Las casas vecinas, la escuela que hace esquina con Entre Ríos y el kiosco de la esquina opuesta, los vendedores ambulantes, el director de tránsito, los colectivos, los autos, la calle, todo se borró tras esta cortina de agua verde cuya omnipresencia ahora también apaga los ruidos. Desconocemos qué destino le dio a su capital mal habido aquel despreciable secuaz del mar. La luz declina. No escampa.



Casa de muñecas
Félix Terrones (Perú)

La niña abre el regalo de cumpleaños con entusiasmo y rapidez, la misma rapidez con la que despliega la casita donde encuentra reproducidos, en primorosa miniatura, al perro en el jardín, después la puerta de entrada, la sala con la televisión encendida, unas escaleras que suben hasta los cuartos, el cuarto grande familiarmente desordenado, pero también el pequeño, el mismo cuarto en el que ella coge entre sus dedos a sus padres que la miran felices, nerviosos y, finalmente, aterrorizados con tan peligroso juguete.



Revelaciones
Alfonso Pedraza (México)

—¿Ahora me lo dices? Sabías que te amaba.
—Sabes que no soy libre, tengo esposa e hijos, y lo que ignoras… un amante.
—…
—…
La gravedad del silencio entre los dos enamorados desconcierta al autor, que opta por dejar al lector la resolución del dilema.



Retiro lo dicho
Caro Fernández (Argentina)





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