MICRONESIA 020

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Christine, la muñeca
Marisa Ortiz



Fue, durante largo tiempo, la que ocupó el rincón favorito en la sala de juegos. Aun así era de de las recatadas, de las tímidas, de las que no se hubieran atrevido a espantar a las palomas. Con la cabeza baja y los brazos levantados, nos miraba por encima de nuestras orejas de ratón o de nuestras pelucas de princesas rubias. Christine me acompañaba los veranos a la casa de la playa. Tras lanzarla una vez y otra vez por los aires, la dejaba flotando en el mar. Luego ella se iba alejando llevada por la suave corriente. Y volvía como de un festín de escamas y plástico. Era la única muñeca que nunca temí perder. Algunos días, justo después del beso de buenas noches de mi madre, me parecía escuchar una composición cantada por un dueto, trío o más voces. El sonido atravesaba el pasillo y se detenía junto a mi cama. Yo imaginaba que era Christine, con sus alas de mariposa, susurrándome la lección de historia del día siguiente o diciéndome que no olvidara darle de comer al gusano de seda. Me pregunto si la vida que le dimos a nuestro juguete contendrá lo que será toda nuestra vida. Todo el pecado e inocencia de las hadas.






 El Aforista




Presentamos una brevísima selección de microrrelatos o minificciones, de otros tantos autores latinoamericanos, realizada por nuestra coeditora Patricia Nasello. Todos ellos son escritores de una dilatada trayectoria literaria y firmemente comprometidos con el género exiguo, por lo que de algún modo esta es una muestra de amplio espectro, muy significativa, del estado actual de la narrativa breve en Latinoamérica.


Roberto Villar: Todo tiene su luz

Todo tiene su luz para que sea posible. No sólo para que sea posible verlo, sino crearlo. La mañana, la tarde, la noche, el salón, el sofá. Todo tiempo tiene su tiempo y todo tiene su luz, su música, su clima.


Los anticuentos de Esther Roperti

Esta Cenicienta era muy lista. Cuando bajó corriendo las escaleras de palacio, no sufrió cortaduras en sus pies: sabía que las zapatillas de cristal producen heridas. Y que dejan un rastro que siguen los príncipes fetichistas.


Seis micros de Carlos de la Fé

A veces somos el último refugio sobre el que un ser anodino es capaz de aplicar un toque extravagante, chic o sofisticado a su triste y aburrida vida.


Juan Yanes: Mujer con maleta y otros micros

¡Ven y amémonos y olvidemos la crítica literaria, olvidemos a los exégetas y a sus epígonos y seamos felices! ¿Me oyes, Caperucita? Deberías decirme algo. Te estoy hablando muy en serio.


Pérez Antolín: El predominio de la sintaxis

Subió el volumen porque el ruido de las ametralladoras no le dejaba oír la emisión y en ese preciso momento salía su calle. Cuando le dispararon pudo ver por la televisión su propia muerte.



 Libros al Albur